Cicatrices

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Hay heridas del pasado aún frescas, que duelen y supuran sin tocar. Hay otras, que sólo son cicatrices, unas recientes, otras viejas pero que con el tiempo lograron sanar.  Soy, una mujer marcada por el pasado: por el amor, el engaño, la mentira y la traición. Mi piel carga las lecciones aprendidas, transpira por mis poros el final de las heridas que aún quedan por sanar.  Aprendí que el pasado no se puede remediar, que jamás volverá a ser. Que el presente es una constante inconclusa e impredecible y el futuro es solo el resultado de nuestras acciones momentáneas, en un presente que simultáneamente se convierte en pasado y que en el futuro surgirá efecto. Soy, una mujer llena de cicatrices, las experiencias que llevo en el alma por años me han hecho crecer, madurar, cambiar la perspectiva hacia el mundo, los demás y hacia mí misma.
Admito que a veces, repentinamente y de manera inadvertida, me invaden los recuerdos de los momentos que viví y tanto atesoré.  Y sólo me resta llorar, como si automáticamente la mente enviara una señal. Y es que llorar, libera y purifica.  Cada día rompo con las cadenas del pasado, elimino el peso de los recuerdos, para poder comenzar a vivir una vez más.  Para, desde cero, volverlo a intentar: volver a sentir, a sonreír, a respirar, sobretodo, volver a amar.  Aunque el tiempo, lo haya perdido y no hay marcha atrás, el dolor es pasajero. Para aquél que fue genuino y sincero, el sol vuelve a brillar.