Brotan de mis ojos nublados,
Las aguas que forman los ríos
Se desplazan por el terreno acongojado
Mi piel; territorio inhabitado y prohibido.
Son los dedos de estas manos,
Raíces de árbol torcido;
Marchito por los años
Destrozado por el frío.
Las palabras de estos mis labios
Son el cántico de las aves,
Mustias, casi muertas
Por la soledad y por el hambre.
Siendo mi cuerpo, isla calurosa
Rodeada de espinas y rosas
Y cuyo corazón palpita sin sangre,
Buscando, el remedio a este amor sin cauce.
Evadne Dos Torres
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