Prisionera

Entre la niebla, oscuridad infinita
Yace encadenada el alma de una niña,
aprisionada; piel perforada y mal herida.

Su agua se ha vuelto sangre,
Manantial de sus lágrimas.

Deshójame poco a poco,
Sin piedad, arranca lo que queda en mi rostro,
De aquella una vez, llamada felicidad.

Pedía, sin casi poder gritar,
Aquella boca rota, aquellos labios maltratados,
Que por enredaderas venenosas fueron amarrados.

Destruye de mí lo único  que queda,
Esta filtrafa de cuerpo,
De alma arrancada
Y ropas despedazadas.

Imploraba en sus pesadillas,
De ánima atormentada,
Liberarse de las rejillas
Por las cuales era aprisionada.

Prisionera
Enemiga de sí  misma,
Maltratada por los engaños  de aquella hiedra
Que un día  la enredó  con su falso amor
Y la destruyó  con sus espinas.

Evadne Dos Torres
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