Descuartizada, despedazada
Por aquel inmenso dolor que nunca pudo borrar;
Sólo quedan los restos
Su último aliento
El desgano de respirar.
Tendida en las paredes agrietadas
De la habitación destruida
Marchita, opaca, ruin, desvanecida.
Se desplaza por sus brazos,
La sangre en desmedida
Heridas viejas, heridas provocadas
A causa del abandono, de la desesperación.
Ya no se puede distinguir,
La pupila ni el iris en sus ojos;
Mirada poseída,
Brillo de frustración.
Evadne Dos Torres
©Copyright